Es evidente que algo le sucede al niño que acosa. Algo le bulle por dentro. Algo que le lleva a tener conductas violentas y destructivas hacia otros.
Como siempre remarcamos, es fundamental detectar y actuar lo antes posible ante situaciones de acoso. Para que el acosado sufra las menores secuelas posibles. Y así mismo, es importante actuar y trabajar con el acosador para evitar que repita esas conductas nocivas con más niños.
Se puede apreciar un patrón de personalidad en los niños acosadores:
- Suelen ser físicamente fuertes, con lo que se hacen valer de la intimidación
- Necesitan sentirse superiores, dominar
- Fácilmente enojables e impulsivos
- Manifiesta comportamientos antisociales tempranamente. Pueden ser un indicio de conductas delictivas futuras
- Tiene una actitud negativa hacia la escuela
- Baja tolerancia a la frustración
- Evidente falta de empatía
- Baja autoestima
- Entorno familiar desestructurado o traumático (alguna pérdida familiar)
- Padres con deficiencias educativas hacia los hijos (autoritarismo, agresividad, permisividad, no límites, desatención…). Consumo de alcohol o drogas
Me gustaría destacar, de lo enumerado: la baja tolerancia a la frustración, la baja autoestima y la falta de empatía, ya que están íntimamente relacionadas y se pueden trabajar desde muy temprano. Así mismo, cuando mejora alguna de estas facetas, influye directamente sobre las demás.
He visto muchos niños con bajísima autoestima, que como forma de llamar la atención, de “resaltar”, utilizan distintas formas de acoso contra el/los niños que considera una amenaza hacia su valía. Niños que se sienten inferiores y amenazados ante esos niños que ellos sienten que resaltan, bien por su personalidad, por notas, porque brillan de alguna manera. Por ello, la baja autoestima está directamente relacionada con la envidia. El niño acosador, envidia algo que detecta en otros y no en sí mismo.
Es una prioridad trabajar las habilidades de todos los niños, que desarrollen su potencial, que sientan todo lo que valen. Ese desarrollo repercutirá directamente en su autoestima, en aprender que los errores no es algo negativo, sino que forman parte del aprendizaje.
La empatía, “ponerse en el lugar del otro”, es otro de los aspectos fundamentales a tener en cuenta. Se desarrolla a partir de los 6-7 años, pero se puede empezar a potenciar antes, con el ejemplo adulto. Cuando uno se siente bien consigo mismo, es más capaz de preocuparse por los demás, de sentir lo que otro siente. Lo que le ayudará a mejorar su relación con los compañeros.
Por todo ello es tan importante la intervención y actuación con el acosador. Ese niño que también sufre y lo manifiesta de forma destructiva sobre él o sobre los demás.
Lola Alaminos
Psicóloga
Comments are closed.