El estupor que sentimos al leer que día tras día las agresiones son los grandes titulares de las primeras ediciones de radio, televisión y medios escritos de nuestra querida España, hacen que tanto Lola Alaminos como yo debamos abordar este macabro tema dando continuidad a nuestros escritos semanales.
Levantarse cada día con una agresión se está volviendo costumbre.
Es un hecho que la violencia ha sufrido un cambio radical a través del tiempo, lo que indica que es un producto de la cultura como diría Santiago Genovés (antropólogo e investigador social).
Su conexión biológica es, principalmente, el lenguaje, ya que posibilita la coordinación entre grupos, la transmisión de tecnología y el uso de herramientas.
Nuestra manera de actuar se determina conforme hayamos sido condicionados y socializados. Nada en nuestra constitución neurofisiológica nos impulsa a reaccionar violentamente.
Miles de niños y adolescentes se encuentran atrapados en una virulenta espiral de crueldad. Por ello la sociedad, intenta buscar herramientas para reconducir a estos menores.
En la actualidad existen centros repartidos por todo el territorio nacional orientados a menores, donde tanto organismos públicos como iniciativas privadas, aúnan esfuerzos por esos jóvenes que por el motivo que fuese han caído en la red de la agresividad.
Los jóvenes que copan las aulas de estos centros de acogida se distribuyen en regímenes diversos, desde centros con programas abiertos hasta centros de internamiento, son chavales en riesgo social, bien por estar inmersos en acciones próximas a la delincuencia, drogadicción, bien por trastornos de conducta o por la pérdida de la tutela familiar.
La mayoría de ellos empiezan por pequeños actos vandálicos como hurtos, daños o deslucimiento de bienes muebles o inmuebles de uso público, o simplemente dejando de ir a la escuela con su famoso absentismo.
A todos ellos se les ofrece la posibilidad de mejorar sus vidas, reeducándolos e incluso empezando hacerlo, ya que nadie les brindó esa obligada primera oportunidad, ofreciéndoles un entorno favorecedor de la insersión social y familiar, desarrollando su independencia y una futura reinserción social, donde adquieren valiosas habilidades dentro de programas socioeducativos.
Y como dijo Jiddu Krishnamurti, escritor y orador Indio “ La violencia no es solo matar a otro. Hay violencia cuando usamos una palabra denigrante, cuando hacemos gestos para despreciar a otra persona, cuando obedecemos porque hay miedo. La violencia es mucho más sutil, mucho más profunda”.
Inma Langa
Psicopedagoga
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